En muchas partes del mundo, también hoy los cristianos son perseguidos, torturados y asesinados, pero no dejan de dar testimonio de Cristo y de su Evangelio.
Lo recordó el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, durante la beatificación de Pedro Asúa Mendía, celebrada el sábado 1 de noviembre, en la catedral de María Inmaculada, madre de la Iglesia, en Vitoria-Gasteiz, España.
Los cristianos, dijo, «no cesan de oponerse pacíficamente a la ferocidad de las fieras para transformarlas en mansos corderos por el perdón, la oración, la caridad». Hoy más que nunca «la humanidad necesita espíritu fraternal, comprensión, necesita sentirse acogida. La santidad no destruye, la santidad edifica». Y es esta, añadió, la invitación que la Iglesia, por medio del beato Pedro Asúa Mendía, «nos hace a todos nosotros, sacerdotes y laicos, pues todos están llamados a la santidad. El mundo tiene necesidad de santos para poder transformarse en un jardín de convivencia serena y de armonía jubilosa entre los pueblos».