Nos fijamos hoy en el artículo del credo que dice: «Creo en un solo bautismo, para el perdón de los pecados». El bautismo es la puerta de la fe y la fuente de la vida cristiana, de nuestra relación de hijos con Dios y con los hermanos, así como el punto de partida de un camino de conversión que dura toda la vida.
Este sacramento constituye una verdadera inmersión en la muerte de Cristo para resurgir con él a una nueva vida. Es un baño de regeneración por el agua y el Espíritu y que nos ilumina con la gracia de Cristo, para que seamos también luz para los demás.
En el bautismo la misericordia de Dios interviene de modo poderoso para salvarnos y perdonarnos los pecados, abriéndonos las puertas a una nueva vida. Sin embargo, no disminuye nuestra responsabilidad y nuestro esfuerzo en luchar cada día contra los impulsos del mal y la acción de Satanás, que están siempre al acecho. Hermanos, ¿somos conscientes de que el bautismo es la fuente de nuestra relación con Dios? ¿Se trata de una realidad viva para nosotros? ¿Reflexionamos a menudo sobre este don que hemos recibido, esta unión profunda con Jesús que ha dado su vida por mí? ¿Confío en el amor de Cristo que habita en lo más hondo de mi ser?
Saludos
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, Argentina, México, Venezuela, Guatemala y otros países latinoamericanos. Que vuestra presencia junto al sepulcro de los apóstoles Pedro y Pablo os ayude a redescubrir el don que Dios nos ha dado en el bautismo, y encontrar en él el impulso para un camino de conversión y renovación espiritual. Muchas gracias.